Vamos a unir en este post un par de temas en el candelero, por un lado la reciente abdicación de la corona de Juan Carlos I, que se toca de soslayo y por otro la reciente privatización de AENA que se anunció el viernes pasado.
No es éste el foro para juzgar si los viajes reales a países de dudosa democracia para conseguir contratos para la ingeniería española, son éticos o no. Ni siquiera me atrevería a opinar sobre cómo se pagan a posteriori contratos que ayuda a contratar Corinna, no es el objeto.
Tampoco, aunque daría para mucho, cómo la Casa Real gestiona los contactos para la consecución de contratos para algunos empresarios sí y para otros no, sin saber cuál es el criterio de intervención, ni lo cortesano que hay que ser para tamaña gestión, mientras instrumentos como el ICEX son de utilidad prácticamente nula a empresas tengan el tamaño que tengan, mucho más para las pequeñas y medianas.
Lo que quiero comentar es una paradoja que no se da en otros muchos sectores ya en la segunda década del siglo XXI. Imagínese lector, que un día se levanta por la mañana y su jefe le dice: “Va a trabajar 6 horas para nosotros, como siempre, y 2 para nuestra competencia, su salario; el mismo”. Pues esta situación que podría ser tachada de ridícula se da en el campo de la ingeniería española.
Tanto INECO como AENA, eran hasta el viernes pasado en el caso de ésta última empresas de capital público y titularidad del Ministerio de Fomento, es decir, pagadas por la totalidad de los contribuyentes, participan como cualquier otra en concursos nacionales o internacionales, y que además en muchos casos gestionan la adjudicación de subcontratos de proyectos y servicios que el Ministerio de Fomento les otorga como su prolongación. Un juego a caballo entre lo público y lo privado donde la interface a día de hoy no está muy clara.
Se da el caso por tanto que en un concurso en el que una ingeniería española se presenta para llevar a cabo la misión que se le encomiende, se encuentra compitiendo con una empresa a la que él mismo ayuda a sufragar. Y que se encuentra participando en un concurso en el que ese mismo contribuyente está pagando al cliente que adjudica a su competencia el trabajo.
Curioso, paradójico y ridículo. Pues si así les parece, ahora cierren los ojos e imagínense cuando ambas sean privatizadas. AENA ya está en camino, esfuerzo, situación de pseudomonopolio y dinero público que acabará en manos privadas, Se siguen repartiendo el país.
Las preguntas latentes se resumen en una ¿Es esto justo? ¿Pueden privatizarse sin trocear empresas con tal dominio en el mercado y tanta influencia en el Gobierno y el sector? ¿Vais a trabajar mañana un poco para los que se queden con las dos empresas?