En el estado español existen tres grandes asociaciones de jueces, dependiendo de la ideología de sus componentes, en una de las anomalías del sistema que nunca comprenderé ya que insulta la independencia judicial y que todo el mundo ve normal; Francisco de Vitoria, Jueces para la Democracia y Asociación Profesional de la Magistratura.
Como buen espejo de la sociedad española donde el ecologismo es una rareza del sistema, cosa de friquis y perroflautas, no hay una asociación de jueces ecologistas. Conste que entiendo a los señores jueces, ¿para qué? ¿Qué utilidad puede tener eso si no me va a servir para identificarme como nada, si de aquí no iba a tirar nadie para defenderme o para poder medrar en mi carrera?
Como resultado de esto, las opciones de que el medio ambiente tenga alguna sentencia favorable escasean, siendo eufemísticos. El medio ambiente es siempre víctima, una víctima molesta que siempre pierde sus juicios.
Al hilo de esto, dos sentencias muy recientes lo demuestran. Por un lado el Supremo que el pasado 24 de junio desestimó los siete recursos planteados contra el decreto de marzo de 2012 que autorizó las prospecciones petrolíferas en aguas del archipiélago canario. Por otro lado, un día después, la sentencia del Tribunal Constitucional que anula la ley que el Gobierno autonómico cántabro había promulgado contra el fracking en su territorio.
Casualmente ambos altos tribunales dieron la razón a la política, primando en ambos casos la posible rentabilidad energética, frente al respeto al medio ambiente. Dicho de otra forma, a ambos tribunales la concienzuda y científica gestión de riesgos que ponía en un lado de la balanza el beneficio energético del país, (siendo generoso y pensando que sus señorías no tienen en la mente ni siglas políticas ni logos empresariales) y por el otro la preservación medioambiental, le salió contraria a la víctima.
Nadie acusará de prevaricación o de torpeza a los jueces si algo sale mal. Si el video en youtube del americano que prende fuego a su agua corriente se repite en el Valle del Pas, o si unos hilillos de plastilina llegan a Lanzarote, porque la víctima seguirá siendo víctima, ensañada, pero víctima.
Particularmente me sorprende que, como es el caso del fracking, se puedan dictar sentencias sobre una técnica cuyos posibles daños se desconocen, que no están suficientemente investigados y/o en el peor de los casos dichas investigaciones se entierran a base de dinero e intereses creados.
Una pena que no exista ninguna bolsa de jueces verdes de la que algún miembro tenga la suerte de que de vez en cuando pueda tocarle un caso de estos y estar seguros como lo están otros en sus casos, que en este caso la víctima callada va a estar sobreprotegida. Una pena, nunca pasa.
Un par de preguntas latentes ¿casualidad que esto se produzca antes del verano? ¿Alguna vez veremos alguna sentencia importante favorable al medio ambiente? ¿Y “El Algarrobico” es legal?