La autocrítica y los buenos análisis son bienes que escasean, para ejemplo, nuestro sector.
No debe escapársenos, como premisa para entender la explicación, que la ingeniería se nutre en su inmensa mayoría de dinero público, de los impuestos de los ciudadanos, y en este momento en el que los recortes llevan ahogando el sector a nivel nacional hasta el extremo, como a muchos del resto de los sectores, hay que buscar soluciones imaginativas.
Pero estamos, o al menos lo están haciendo los portavoces de nuestro sector, de un modo equivocado. Estamos, por su boca, pidiendo que la solución nos venga de fuera, que nos caiga como el maná en el desierto de la desinversión. Tenemos representantes a muchos niveles, de constructoras e ingenierías grandes, medianas y pequeñas que lo único que hacen es solicitar a la Administración más fondos, vengan de donde vengan, a la desesperada.
Y voy a dejar de lado el atraco del rescate de las concesiones de las autopistas, que ese contubernio urdido entre bancos y constructoras, presionando al Gobierno para esquilmar las arcas públicas es un escándalo, critico que SEOPAN salga y pida peajes en todas las autopistas para contratos de conservación, critico que también se pida una inversión extraordinaria de 66.000 millones para un Plan Especial de Infraestructuras, y así día tras día.
Qué desfachatez, hablar en estos términos, representando a empresas que han obtenido enormes beneficios durante décadas, hasta 6, 7 años atrás gracias a su grandes relaciones con todos los niveles de la administración y todos los colores posibles.
Pero, mis preguntas latentes son, ¿qué se hace desde dentro del sector? ¿Se está laminando la salida de titulados que no sobrecargue la demanda y produzca una legión de profesionales en paro? ¿Se ha arriesgado desde el sector privado para fomentar colaboraciones justas con la administración? ¿Se aumenta la calidad de los trabajos sin recurrir a la subasta a la baja de los salarios? ¿Se está evitando la huida de profesionales capacitados y con experiencia a empresas extrajeras? ¿Se ha devuelto el dinero esquilmado en modificados y complementarios? La respuesta a todo esto es no.
Y parece ser que es como queremos que nos vea la sociedad. No a los profesionales sino a las empresas y a nuestras asociaciones. Esa panda de pedigüeños que sin autocrítica ninguna quieren más fondos, bien sea por no hacer bien los cálculos, bien sea para sacarlos de su agujero y da igual de donde salgan de impuestos corrientes, partidas extraordinarias o del bolsillo diario de los conductores. Así es como nos gusta que nos vea la sociedad.