jueves, 8 de septiembre de 2016

SÓLO INTERNACIONALIZANDO.

Periódicamente salen notas de prensa hablando sobre el éxito de la internacionalización de nuestras empresas constructoras, algo que es necesario recordar que se ninguneaba no hace muchos años atrás.
España es un país dominante en lo que a la construcción se refiere y  “las 6 grandes” después de repartirse el mercado interior, de modo más o menos ético, durante los buenos años de la construcción en España, ostentan una posición privilegiada en el exterior.
Sólo Francia y China son capaces de aproximarse a nuestros números. De hecho, en el pasado European Powers of Construction (EPOC) que elabora anualmente Deloitte, “las 6 grandes” estaban entre las 30 mayores de la U.E. (ACS (2), Ferrovial (8), Acciona (11), FCC (12), OHL (19) y Sacyr (28)) y sólo Francia con Vinci (1), Bouygues (3) y Eiffage (5), superaba en conjunto a nuestro país.
Pero estos enorgullecedores macro-datos, no deben ocultar ciertas sombras que se transmiten, como no puede ser de otra forma a nuestros profesionales.
Dejando al margen los problemas de capitalización, tres de las constructoras -OHL, Sacyr y FCC- han salido del Ibex 35 en los últimos meses, y la externalización se realiza con un desplazamiento cada vez menor de profesionales españoles, y con unos salarios y condiciones cada vez más desastrosas.  

Es sin duda el mercado nacional, que por las bajas inversiones y las pequeñas rentabilidades, estas constructoras han abandonado, el que tiene que dar soporte y respaldo, más técnico que financiero, a la actividad internacional y esto no está pasando. Al rebufo de este comportamiento, empresas de mediano tamaño huyen del mercado nacional y tienen situaciones paradójicas de quiebra técnica en España y grandes operaciones en el exterior, especialmente en Latinoamérica. 
Actualmente, según datos que aporta SEOPAN, España es el país de la Unión Europea con menor ratio de inversión pública (1.179 euros por kilómetro cuadrado y millón de habitantes) este dato es aterrador. Las empresas españolas, como ya ha pasado con FCC, por ejemplo, dejarán de serlo más pronto que tarde, ya que se están convirtiendo en caramelos financieros tanto por cartera como rentabilidad, y estos datos de éxito pueden dar paso a un erial en lo ingenieril que empuje de nuevo a la masiva construcción de viviendas como medio de supervivencia del sector.
¿Es sostenible este modelo exterior? ¿Cómo de españolas son estas empresas con cada vez menos personal nacional y más contratados de los mercados huésped? ¿Seguirá siendo la ingeniería el apartado estrella en los recortes de la administración para converger con los números que Europa nos exige? ¿Deberían regalar una colección de Lonely Planet con las matrículas en Ingeniería Civil este septiembre?