El mundo de la ingeniería, y por supuesto, no ajeno a los grandes números
que las grandes obras mueven, está lleno desde tiempo inmemorial de tramas de
corrupción. Esta afirmación que puede ser un poco generalista, es una verdad
palmaria.
En la historia reciente, ingenierías y constructoras, han financiado campañas
políticas, partidos políticos y bolsillos de políticos en casi todas partes del
mundo. Gürtel, Púnica, el 3% en Cataluña…
En algunos países esto va siendo descubierto y castigado, pero cada uno a
su manera.
Voy a comparar dos países lejanos en lo geográfico y muchos dirían
también que en esta cultura de castigo a la corrupción; España y Brasil.
Supongo que estaréis al tanto, pero andan en
Brasil en medio de un escándalo, que por cierto tiene la obra civil en el
país absolutamente paralizada, de corrupción sistémica. Funcionarios y
políticos de PETROBRAS (empresa pública
de petróleos y parte importante del PIB brasileño) recibían pagos ilícitos de
constructoras por la adjudicación de los contratos. Modus operandi habitual.
Los funcionarios y políticos están siendo juzgados por recibir estas “mordidas”,
pero la diferencia con España radica en que los corruptores también están
siendo encarcelados.
Actualmente los
presidentes de las grandes constructoras del país se encuentran en prisión,
sí, sí, en prisión, por ser los inductores de estos comportamientos ilícitos.
La semana pasada saltó la noticia de la condena
a Marcelo Odebrecht, presidente de Odebrecht mayor constructora de todo Latino
América, a 19 años y 4 meses de cárcel, por conseguir contratos mediante pagos
ilícitos.
Aquí, en España, en el primer mundo no nos manejamos así. Los corruptores
son idolatrados, manejan la política a su antojo y a sus yernos la monarquía
les llama “compi
yogui” (palabra utilizada por la reina Letizia al referirse a Lopez Madrid,
yerno de Villar Mir, investigado por pagar 2 millones de euros al PP de Madrid)
¿No os resultaría curioso ver a Florentino Pérez, o a Villar-Mir, en la cárcel
por corruptores? ¿No os resultaría menos curioso, que al menos los dejásemos de
ver como ejemplos de empresarios de éxito? ¿O de donde sale el dinero que entra
en los partidos y en sus políticos? Brasil, en esto lo tiene algo más claro.
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