Y el coste de las infraestructuras, podríamos subtitular.
Esta semana la prensa internacional se ha hecho eco de la inauguración de
la que con orgullo titulaban la “Estación
de Metro más cara del mundo”.
Yo que pensaba que eso del derroche en las infraestructuras lo tenían en
exclusiva los países del golfo y la España de los pelotazos, resulta que es un
mal endémico que invade a la ingeniería con carácter global.
Con todas estas definiciones, se abrió parcialmente el pasado jueves la
estación del metro de NY del World Trade Center (WTC). Esta infraestructura que
quiere simbolizar el renacer del área tras los atentados de 2001, ha sido un
desastre de planificación, siendo un desastre en lo que a plazo y presupuesto
se refiere. La obra se proyectó para ser ejecutada en 5 años y ha tardado 12,
mientras que el coste inicial previsto era de 2.200 millones de dólares,
mientras que a día de hoy ya se gastaron 4.000.
El
"Oculus", como se llama la controvertida obra, conectará hasta
once líneas de metro distintas con la línea de tren que enlaza a Nueva York con
Nueva Jersey, permitirá el acceso subterráneo a las principales torres del WTC.
Y como hecho anecdótico, o quizá no tanto, señalar que detrás de esta
obra se encuentra Santiago
Calatrava. El arquitecto valenciano que podréis recordar por algunos
desfalcos famosos u otros “éxitos” como las pasarelas de Puente de Zubizuri en
Bolbao, el Auditorio Príncipe de Asturias en Oviedo, o el edificio Turning
Torso en Malmö (obligada lectura el www.calatravanonoscalla.com),
ha contribuido a exportar el modelo también a USA.
Al final, en esto de las grandes obras arquitectónicamente reseñables, ya
puedes ser Kim Jong Um o el alcalde más ultracapitalista del globo, que los
errores se repiten indefectiblemente.
Esta vez es Nueva York la que protesta y la que a su vez presume de
estructura de vanguardia.. Eso sí, espero hacerme pronto un buen selfie bajo
esta estructura en la que algunos detractores ya comienzan a fotografiar
algunas fisuras…
Me pregunto a veces si es necesario esto de las construcciones faraónicas
para “fardar” de progreso, si lo sentimental no puede sustituir alguna vez lo
espectacular, o si es necesario seguir alimentando el ego de
arquitectos-ingenieros estrella, a costa de dinero que podría destinarse a algo
más prosaico. Ahí lo dejo.
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