Es ahora en verano, cuando las ganas de llegar a destino aumentan, en la misma proporción que los atascos camino de la playa, es cuando esos nuevos caminos alternativos de peaje hacen también su agosto.
Pero, ¿cómo funcionan las autopistas de peaje en España? ¿Cuál es el proceso de licitación?
El proceso concesional funciona un poco según estos pasos: cualquier administración pública, bien sea el Estado, o las Comunidades Autónomas planean una infraestructura. Para evitar costear directamente la construcción y el mantenimiento de la vía, se saca en modo de concesión. A esta concesión se presentan sociedades concesionarias, en la mayor parte de los casos, filiales de empresas constructoras o experimentos mixtos constructor-bancarios.
La concesionaria adelanta el dinero de la construcción y la explotación, al igual que los gastos crediticios que se generan, y haciendo una estimación de tráfico a futuro, propone un canon a pagar por la administración, habitualmente por vehículo que transita, que puede estar en un porcentaje variable pagado por los propios usuarios en las cabinas de peaje. Y el canon más barato gana la licitación.
En España los cálculos de tráfico no se hicieron de un modo muy preciso, con lo que ahora mismo la mayoría de las autopistas de peaje están en quiebra.
La concesiones que ahora mismo operan nuestras carreteras de peaje, bien las de peaje directo, o las de peaje en la sombra, (el mismo sistema, pero sin pago directo del usuario: M-45, Segovia – Valladolid… ) acumulan una deuda conjunta de unos 3.500 millones de euros.
Como se ve, en la descripción del proceso, las concesionarias, en total libertad hicieron unas ofertas para obtener la construcción y explotación de la infraestructura, cuyos cálculos en los que estaban basados estaban terriblemente equivocados.
La solución que ahora plantea el Gobierno es nacionalizarlas, creando una sociedad pública que se quedaría con todas las acciones de las autopistas con problemas, inicialmente a coste cero, tan sólo asumiendo su deuda (recuerdo 3.500 M€).
A pesar de que este plan implica que el ciudadano pagaría los malos cálculos de tráfico y costes, las concesionarias, lo rechazan, porque no quieren deshacerse de sus activos de este modo, y piden la implantación de la Euroviñeta. La solución, a la vuelta de las vacaciones, que estas fechas son buenas para las concesionarias… no iban a dejar escapar nuestros viajes a la playa.
Y dejo unas preguntas latentes sobre la mesa: ¿Hasta qué punto es justo que los ciudadanos paguemos unos malos cálculos económicos de empresas privadas? ¿Eran imprescindibles todas esas carreteras de peaje en un país con una red viaria como el nuestro? ¿Por qué se nacionalizan las pérdidas, y se privatizan las empresas que dan beneficio, privatizando las ganancias? ¿Somos conscientes los conductores cuando pasamos por carreteras con peaje en la sombra de que estamos pagando o pasa desapercibido?
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